martes, 1 de enero de 2013

Que la esperanza os tenga alegres

Imagino que no es el mejor momento para oír hablar de esperanza viendo la situación que se está viviendo en España (y no me refiero a ningún personaje político). Sin embargo ahora que andamos en el mes de la Sagrada Familia no he podido vencer a la tentación de escribir unas líneas sobre el don de esperar en positivo o, lo que es lo mismo, la esperanza.

En la India son muy dados a esperar. Supongo que aprenden desde pequeños que las cosas tienen su tiempo y, si dependen de otros, es mejor plantearse la espera desde un prisma diferente. A veces yo lo comparo con el "Non-Violence" de Gandhi (el "ahinsa" que llaman los Jainistas), que más que la no violencia es una actitud ante la vida, es enfocar las cosas desde
una perspectiva tan distinta a la nuestra que muchas veces, como dicen por allá, a nosotros nos "hierve la sangre". Porque donde nosotros vemos "pasividad" otros ven "paz", donde vemos "urgencia" otros ven "tiempo", donde vemos "burocracia" otros ven "trabajo", etc... y así van las cosas por aquí: a su ritmo.

Y sin embargo, en algunos casos, hay un toque de esperanza en esa actitud ante la vida que hace que se convierta en virtud. Y digo "algunos casos" porque para ser justos he de decir que hay "muchos casos" donde la pasividad y el  desinterés paralizan cualquier tipo de avance social, convirtiéndose en una lacra para este país (y para muchos otros, dicho sea de paso), frenando las iniciativas o mermando la posible fuerza del pueblo.

En fin, no nos desviemos del tema que mi intención no iba por ahí. Lo que me llama la atención es que hay personas que han descubierto que la esperanza que vale la pena es la que reporta alegría porque si no, o no es esperanza o no es necesaria. Y es en esa actitud donde nuestras formas de ver la vida coinciden plenamente. La virtud cristiana de la esperanza no puede apagar los espíritus sino todo lo contrario, debe encenderlos. No se trata de tener una "sonrisa tonta" dibujada en la cara, y menos cuando el panorama social es tan desolador, pero sí se trata de usar la esperanza como acicate, como "motor de búsqueda", como fuerza interior capaz de animar (dar ánimo=dar vida) lo que para otros está muerto o simplemente acabado. Es una auténtica revolución interior porque saca fuerzas de donde no las hay y las saca para todo: para enfocar el trabajo de forma distinta, para vivir las relaciones personales con mucha más paz, para ver el futuro sin colores, ni negro ni blanco, sino como un reto... para ser tremendamente feliz.

Me gustaría terminar con una frase de la película de "Tierras de penumbra" protagonizada por Anthony Hopkins: "el dolor de hoy forma parte de la felicidad de entonces" ... una frase que quedó gravada en mi mente hasta tal punto que la he utilizado en más de una clase, incluso me atreví a terminarla con "pero la madurez de hoy es el primer paso para sentirla de nuevo".

Animo!!!

H. Jorge