viernes, 15 de agosto de 2003

Cuando una imagen vale más que mil palabras

         Desde el 4 de agosto, fiesta del Santo Cura de Ars, estamos viviendo en nuestra casa arrendada en Nagamalai (la montaña de la culebra).

         Somos observados por los ojos interrogantes de nuestros vecinos, de los vendedores, de los transeúntes, de los pasajeros en los autobuses… somos foco de atención por el color de nuestra piel (aquí somos nosotros los que ponemos la nota de color).

         Poco es el Tamil que sabemos y pocos son los que hablan inglés. Nuestra comunicación verbal es limitada, sin embargo, nuestro campo de relaciones va en aumento, así como los lazos de amistad, especialmente con los vecinos y los cristianos de la zona.

         Y observamos lo que sucede a nuestro alrededor: la llegada de la lluvia, la vitalidad de la Iglesia (como semilla de mostaza), la ayuda de las congregaciones religiosas vecinas, la honestidad y amabilidad de la gente, la realidad de las castas, la pobreza… miles de imágenes  que seducen nuestra atención y quedan grabadas en nuestra retina para ayudarnos a reflexionar dónde estamos y qué debemos hacer.

         Aquí la única forma posible de gritar que somos Religiosos Hermanos es con nuestra vida, bien porque no lo entenderían o bien porque sería peligroso publicarlo abiertamente.

         Esperemos que nuestra vida sea testimonio visible y creíble de modo que no tenga que reprocharnos el Maestro: “Haced lo que ellos dicen, pero no hagáis lo que ellos hacen, porque dicen y no hacen”.

         Hasta la próxima cita.

            Roberto

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